La envolvente de una edificación, es uno de los elementos fundamentales que acompañan un adecuado proceso sostenible en la construcción. El concepto de envolvente hace referencia a cómo acondicionamos el interior y exterior de un edificio para que los efectos externos a este impacten en grado mínimo la calidad de vida de los usuarios, no solo desde el punto de vista de la eficiencia energética si no de la estabilidad estructural y de la hermeticidad al agua, aire y ruido (aislamiento acústico).
Así mismo, la calidad de los materiales, como el concreto, y procesos constructivos impactan en la envolvente que separa o aísla al usuario de la edificación de su exterior. Esto implica hermeticidad en los sellos para juntas de fachadas, total impermeabilidad en los techos y fachadas con los valores más altos de porcentaje de Índices de Reflectancia Solar –SRI-, etc.
Una envolvente térmica de una edificación la componen los techos o cerramientos superiores en contacto con agua y viento con pendientes menores a seis por ciento; fachadas, cimentaciones y las juntas o articulaciones del edificio.
Desde hace varios años, se han adoptado numerosas medidas para reducir el consumo de energía. Esto ha tenido un impacto positivo: los estándares de aislamiento están mejorando y los requerimientos de energía están siendo perceptiblemente reducidos.
Como resultado de esta evolución, los puntos débiles en la envolvente del edificio que no se remedian son cada vez más significativos. Igualmente ocurre con los puentes térmicos, estos son puntos en la envoltura del edificio donde es perceptible una diferencia en la transferencia de energía térmica: provocan que más energía térmica fluya desde el interior hacia el exterior, y en consecuencia, la temperatura superficial en una habitación disminuye más rápidamente que en áreas adyacentes.
Lo anterior conlleva a:
Mayor consumo de calor y consumo de energía: el aumento de la salida de calor conduce a temperaturas de superficie internas bajas. Las superficies frías solo irradian pequeñas cantidades de calor, lo cual tiene un efecto negativo sobre el confort térmico. Esto se equilibra con el aumento de las necesidades energéticas. ¡El consumo de energía aumenta!
Higiene inadecuada: la interacción del aire caliente y húmedo sobre superficies frías conduce a la formación de condensación. Junto con repello, pasta o pintura, este es un lugar ideal para la alimentación de moho. Esto tiene el potencial de causar problemas de salud.
Riesgo de daños estructurales: la condensación constante puede hacer que el edificio tenga ciclos de humedecimiento y secado, afectando el concreto principalmente. Si la estructura del edificio queda vulnerable, puede causar daños a largo plazo a la ingeniería estructural del edificio. Los componentes del edificio expuesto de forma permanente a la humedad causan mayor conductividad térmica. Esto refuerza el puente térmico.
Una evaluación calificada, planificación detallada y experiencia técnica en implementación, pueden minimizar los efectos negativos de las envolventes y reducir los puentes térmicos. El objetivo es evitar la caída de la temperatura superficial de las paredes internas.
El uso de productos aislantes para la envoltura del edificio también contribuye a la reducción de la pérdida de energía, por lo que es posible construir un edificio eficiente desde el punto de vista energético a pesar de los puentes térmicos.
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